“Tenía que ser un trabajo perfecto, de alta seguridad, no podía haber error humano”, dice Francisco Vera Monroy, exvigilante, eventual ex telegrafista y ex jefe de estación de la división México, al señalar que trabajar en la antigua estación del Ferrocarril de Pachuca, le dio muchas satisfacciones.
“Sencillamente, dice, en Ferrocarriles Nacionales de México el trabajo era de especialidad, un trabajo de perfección de todos y cada uno de los elementos que integraban los diferentes departamentos de: transportes, electricidad y telégrafos, de viaje y estructuras; de pasaje, de oficinas, y el inherente al telégrafo, todos de una gran empresa que fue la columna vertebral del trabajo ferrocarrilero en tiempo y forma”.
Francisco Vera Monroy, fue vigilante, eventual telegrafista y jefe de estación de la División México.
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Comenzó en su carrera ferrocarrilera en una estación de la división México, donde hacía las funciones de vigilancia eventual. Cuidaba por las noches, en las vías y los patios de la estación, los carros que llegaban con cemento, maíz o frijol, para proteger de algún saqueo, o que alguien rompiera los sellos que protegían las unidades de ferrocarrileras con mercancía.
Después le llamó la atención el telégrafo, por su clave morse. Por la buena relación que tenía con el jefe en la estación Buenavista, Juan Cerezo Sánchez, quien llegó del estado de Morelos, le enseñó a manejar el telégrafo.
Fue otro paso para su estancia en los ferrocarriles, pues después le extendió una carta de recomendación dirigida al Sindicato de Ferrocarrileros en Ciudad de México para que ingresara al Instituto de Capacitación Ferrocarrilera, ubicada en ese tiempo en el túnel tres de la estación central de Buenavista.
Los instructores le enseñaron más a fondo la clave morse, reglamento de electricidad y telégrafo, reglamento de transportes, lo relativo al control y tráfico de trenes. La especialidad le permitió salir a toda la República Mexicana.
Francisco Vera recuerda que un día domingo, hizo su primer servicio en la estación de San Pedro de los Pinos en el antiguo Distrito Federal. “Ahí senté escalafón, por primera vez ahí debuté como telegrafista, y ya de ahí en adelante me mandaron a trabajar aquí en esta oficina telegráfica de Pachuca, Hidalgo, traía relevos, me tocó trabajar los relevos, que en ese tiempo eran los de San Pedro de los Pinos, los días domingos; los miércoles en la estación de Jaltocán, Estado de México, a donde actualmente se encuentra el AIFA”, dice quien le daba descanso al telegrafista de planta.
Llegó como telegrafista a la estación Pachuca, en septiembre de 1983, donde trabajó hasta finales de 1984.
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Francisco Vera regresó a la antigua estación en febrero de 1985 luego de unos meses que permaneció en la estación San Agustín como telegrafista y despacho de control de trenes. Conoció a una chica de una familia que vendía alimentos “hicimos química y la hice mi esposa”, dice.
Quien fuera telegrafista, jefe de estación de Ferrocarriles Mexicanos, vive para contar su historia y se dedica a diferentes actividades para mantener a su familia.
Al terminar la conversación, don Francisco señala que contar esta historia le trae “gratos recuerdos de lo que fue mi carrera ferrocarrilera”. Invitó a la gente a conocer el lugar y sumergirse en esa antigua estación.
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