Sandy Franco

A estas alturas de la vida, ya todos somos conscientes, hemos escuchado por ahí y visto en redes sociales que la tercera temporada de Bridgerton ya se estrenó, no me sorprendería saber que los fans ya la terminaron de ver en un solo día, vaya, son 4 capítulos de una primera parte.

Y a estas alturas también ya podemos dar una honesta y nunca humilde opinión sobre esta nueva entrega de la serie basada en los libros de Julia Quinn, que es una de las favoritas de Netflix y que en su primera temporada destronó a otro éxito del streaming: La casa de papel.

La primera temporada nos ofrecía una brisa fresca de romance con un toque de pasión y una historia tan adictiva como las telenovelas, todo a cargo de Shonda Rymes, la mente maestra detrás de Anatomía de Grey.

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Ocho capítulos fueron perfectamente construidos para el deleite de quienes ya habían leído los libros y quienes no, porque su narrativa exploraba una época un tanto rígida para las mujeres, le agregaba el efecto Jane Austen y ponía a actores totalmente desconocidos.

Claro que queríamos una segunda temporada, con la promesa de explorar la vida sentimental de otro de los hermanos Bridgerton, tardaron dos años y una pandemia para hacerlo realidad y luego renovaron para una tercera y cuarta temporada en donde otros hermanos Bridgerton mostrarían su corazón en pantalla.

Así llegamos a la tercera entregs que le correspondió a Colin Bridgerton y su paso de la amistad al amor con su vecina y amiga de toda la vida Penelope Featherington, hasta ahí todo muy bonito, la época de la regencia inglesa con fiestas y vestidos lindos, pero yo le encontré pros y contra, les diré tres de cada uno.

Mi principal problema es que  la historia se haya dividido en dos parte, ya sé que probablemente sea estrategia de parte de Shondaland y Netflix pero ¿era muy necesario? ¿Por?

Ahí les va un segundo en contra, me parece que los escritores ya no supieron equilibrar las historias de todos sus personajes y aunque haya solo dos protagonistas (Colin y Penelope), me quedan a deber más del recién matrimonio entre Antohony y Kate, hay personajes de relleno que todavía no les veo el chiste y qué lástima que ya no hayan salido Phoebe Dynevor y Regé-Jean Page.

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Otro en contra, a lo mejor es muy pronto para sacar conjeturas y lo que me faltó se verá reflejado en la segunda parte, después de todo es costumbre que en el quinto episodio, las cosas tengan efervescencia, pero a veces se me desvanecía la química entre los protagonistas (Luke Newton y Nicola Coughlan), en algún punto hasta lo vi forzado, es tan corto el tiempo que salen en pantalla, que es esas apariciones todo es tan rápido que no terminan de cuajar como pareja.

Ahora bien, vamos a hablar de las virtudes de la temporada, porque a pesar de los puntos anteriores, no podemos negar que sigue siendo una serie adictiva que aunque nos presenten historias de relleno (o quizá no) nos entretiene.

Otra cosa bastante agradable, es que rompieran estereotipos y empoderar de verdad a las mujeres, en especial a la protagonista que en anteriores temporadas tiene calificativos tan despectivos debido a su peso y a su estado civil, un tema que se aborda atinadamente en toda la historia, mejor que en el libro.

Finalmente y dos cosas que siempre he considerado como la característica principal de la serie es esa combinación entre una época muy formal y arcaica hasta cierto punto, con una cultura pop que de inmediato se reconoce, sin dejar de lado esa parte melosa que de una forma u otra nos hace hasta suspirar.

Vamos a esperar hasta el 16 de junio para ver cómo continua esta tercera parte de los Bridgerton y mientras tanto ¡Corte y queda!

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