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En una protesta insólita, vecinos de fraccionamientos ubicados al sur de Pachuca bloquearon por unas horas el bulevar Santa Catarina el pasado 22 de noviembre para manifestar su desacuerdo con la construcción de un albergue para niñas, niños y adolescentes migrantes.  

El argumento de vecinos de colonias aledañas a la sede del Congreso local fue que la sola presencia del albergue podría generar problemas de inseguridad, lo que habla no sólo de ignorancia sobre el propósito de la obra, sino de un clima de odio y total falta de empatía hacia las personas que por diversas razones están fuera de sus países de origen y tienen la necesidad de cruzar por territorio estatal. 

El mismo día de la protesta la organización civil Servicios de Inclusión Integral y Derechos Humanos A. C. (SEIINAC) llamó a dialogar de manera informada y pidió respetar los derechos humanos de las personas migrantes.

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SEIINAC advirtió que tanto esta como otras protestas llevadas a cabo en la capital del país refuerzan la discriminación, el racismo y la xenofobia. 

“El derecho a la movilidad es un derecho humano, y quienes se ven con la obligación de desplazarse enfrentan condiciones de vida extremadamente adversas que requieren nuestra solidaridad, no nuestro rechazo”, se lee en el comunicado que difundió la asociación civil.  

Es incomprensible que una comunidad rechace la construcción de un albergue que busca atender a niños y adolescentes que buscan mejorar su vida y que enfrentan condiciones de extrema vulnerabilidad, no sólo porque en ocasiones viajan solos, sino porque cruzar por el territorio nacional implica arriesgar sus vidas. 

El futuro albergue, destacó SEIINAC, debe ser visto como una oportunidad para responder con empatía y con una perspectiva de derechos humanos a la crisis migratoria actual. 

El conflicto por la obra en proceso quedó en pausa, aunque se acordaron mesas de diálogo con los vecinos inconformes.  El albergue, según informa una lona colgada a la entrada de la obra, requiere una inversión de 53.4 millones de pesos y beneficiará a 150 habitantes.

Desgraciadamente, este tipo de conflictos se agravará a partir de la llegada de Donald Trump a la presidencia de nuestro vecino país del norte, quien ayer mismo confirmó que desde el 20 de enero aplicará aranceles de 25% para todos los productos que provengan de México y Canadá, hasta en tanto no se detenga la ola migratoria. Tal cual lo hizo en su primer periodo de gobierno, cuando Marcelo Ebrard era canciller. 

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“Una Caravana que viene de México, compuesta por miles de personas, parece imparable en su intento de atravesar nuestra frontera actualmente abierta”, escribió Trump. 

Las declaraciones del republicano no sólo alimentan el odio en territorio norteamericano, sino que también atizan el rechazo a personas en situación de migración en nuestro país, que desde hace décadas es territorio de paso.

Por ello, México ya debe enfocarse en atender este fenómeno migratorio, no sólo por las deportaciones masivas que vendrán con el nuevo gobierno de Trump, sino porque es previsible que los intentos por llegar al norte no se detendrán mientras la situación en los países expulsores no mejore. Y eso, con el magnate republicano al frente, simplemente no sucederá.

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