“El corazón de un Pueblo Mágico no solo está en sus atracciones, sino en su capacidad de reinventarse sin perder su esencia.
Este 1 de diciembre, Zempoala cumple cinco años de que recibió el distintivo nacional como Pueblo Mágico, un reconocimiento que significó mucho más que una placa o una mención honorífica. Dicho título marcó el inicio de un camino de transformación que no solo exaltó su historia y riqueza cultural, sino que también reconfiguró la vida de su comunidad. Hoy, a media década de ese hito, es necesario reflexionar sobre los logros, los retos y el futuro de este pueblo que guarda en cada esquina la esencia de Hidalgo.
Zempoala, conocido por su emblemático e imponente Acueducto del Padre Tembleque y su papel crucial en la historia virreinal, tenía un pasado que a menudo pasaba desapercibido. Sin embargo, la designación como Pueblo Mágico trajo consigo el interés del turismo que permitió redescubrir estas joyas históricas. El impulso no fue solo en términos de visitantes, sino también en el orgullo de los zempoalenses, quienes comenzaron a valorar aún más su propio legado.
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El esfuerzo conjunto de autoridades, empresarios locales y habitantes fue clave para convertir a Zempoala en un destino atractivo. Calles llenas de vida, festivales y ferias culturales, sumando una gastronomía que enamora al visitante han hecho del municipio un referente turístico en el estado, pues recordemos que este encantador pueblo es también Pueblo con Sabor.
Aunque el título de Pueblo Mágico es motivo de celebración, también trae consigo desafíos. Entre ellos, el equilibrio entre el desarrollo turístico y la preservación del patrimonio cultural y natural. La masificación del turismo y la presión sobre los recursos locales son retos que deben abordarse con planeación estratégica y visión a largo plazo.
Por otro lado, la participación activa de la comunidad sigue siendo indispensable. La magia de Zempoala no solo está en sus paisajes o monumentos, sino en la calidez de su gente, en las historias que se cuentan en sus calles empedradas y en las tradiciones que se transmiten de generación en generación, misma que hoy tiene en sus manos el realce de este gran pueblo.
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En este tiempo, el mundo ha podido ver lo grande que es Zempoala, su gente, su cultura, sus raíces. Degustar de su gastronomía, el delicioso pan, el ximbote, y beber de su pulque. Zempoala se ha posicionado fuerte como destino, aunque no cuenta con las ventajas de los pueblos de la montaña, han afrontado el desafío de brindar experiencias haciendo uso de los recursos que lo hacen único: su historia y cultura.
A cinco años de su nombramiento, Zempoala no solo debe celebrar lo que ha logrado, sino también visualizar hacia dónde quiere ir. La sostenibilidad debe ser el eje rector de su desarrollo. La promoción de prácticas turísticas responsables, el fortalecimiento de la identidad local y la integración de los jóvenes en proyectos culturales y económicos son tareas necesarias para garantizar que esta magia trascienda en el tiempo.
Conmemorar estos cinco años es una oportunidad para reconocer el esfuerzo colectivo que ha llevado a Zempoala a ser un referente. También es una invitación a seguir construyendo una historia donde la tradición y el progreso coexistan, demostrando que el corazón de un Pueblo Mágico no solo está en sus atracciones, sino en su capacidad de reinventarse sin perder su esencia.
¡Felicidades, Zempoala!. Cinco años son solo el inicio de un camino lleno de posibilidades. ¡Que la magia nunca deje de brillar!
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